Inspirar es despertar ilusión.

La inspiración es muy caprichosa. Cuando la buscas no la encuentras y luego te sorprende cuando menos te lo esperas.

El reto es provocarla con tu marca pero si lo consigues es un billete a la confianza.

No hace falta que te compliques la vida para impactar a tu público. Una frase en tu tarjeta de visita, la foto de cabecera de tu web, la música que suena en tu sala de espera, la ilustración que hace la intro en tu presentación, una historia bien contada…

Hay que mover a tu audiencia y tienes un montón de herramientas a tu disposición. No elijas al azar. Escoge las palabras, la historia, la frase, la foto con intención. Tocando la fibra de la ilusión.

Humaniza la marca para que se sienta igual que a una persona. Eso lo consigues con palabras. Cuenta detalles de tu día a día. Una anécdota en tu newsletter. Una foto en tu perfil de Instagram. Todo eso puede ser inspiración.

A la gente le encanta saber que existe una vida detrás de una marca y que muchas veces, a pesar de lo maravilloso que parece todo, también hay mierdas, fracasos y frustración. Pero no te pases al lado oscuro y vayas a pintarlo todo de negro tampoco. Lo que tú haces y cómo lo haces puede inspirar y si es algo más negro dale el toque de la superación.

Y una cosita, humanizar no es sinónimo de desnudar tu intimidad. Tú pones el límite de lo que quieres compartir. Y hasta ahí.

No lo tengo que decir explícitamente, pero lo voy a hacer. No emotion, no engagement. La inspiración es una emoción como otras.

Así que innova, que el factor sorpresa en la inspiración funciona genial.

Para esto mucha observación, mucho salir a pasear, ver, mirar y encontrar. El radar encendido todo el rato. Una revista, un paisaje, una escapada, un comentario de tu madre, todo sirve para traer ideas inspiradoras.

En el mail que escribo cada día sobre marca, también hay ideas inspiradoras que no cuento aquí. Suscríbete o te lo pierdes.